Probablemente a causa del largo período de recesión y crisis que nuestro país ha atravesado, y todavía atraviesa, hemos dejado de compartir con el contexto europeo, cuanto menos públicamente, el inminente problema del envejecimiento en nuestra población laboral.
Así, los intensivos procesos de disminución de plantillas vividos en los últimos diez años han enmascarado el foco del problema. Todos recordamos las obsesivas llamadas a la mejora de nuestra productividad, y todos recordamos la respuesta general: salidas masivas y anticipadas del mercado laboral de miles de trabajadores. Las jubilaciones y retiros anticipados fueron la política prioritaria en la mayoría de empresas.
Hoy, sin práctica solución de continuidad vamos a ir observando progresivos desplazamientos a posiciones opuestas, políticas de signo absolutamente contrario en “aras” a favorecer el mantenimiento de trabajadores con edades de teórica jubilación.
¿y todo ello por qué?
Desde comienzos de la presente centuria, incluso algunos años antes, voces autorizadas alertaban acerca del envejecimiento poblacional y la falta de reposición demográfica que era previsible señalar en el horizonte del 2020. La amenaza, con acentos más pronunciados en países del norte de Europa, hoy ya es considerada un problema transversal para cualquier país de nuestro entorno.
En relación a la tasa de empleo entre la población joven (18-25 años), la tasa de población empleada en el segmento 55-64 años será el doble que aquella. Así, en el inmediato horizonte del 2025, el segmento de población mayor alcanzará una proporción del 35% del total, mientras que el segmento de población joven solo alcanzará el 17% del mismo.
La gran paradoja está cerca de ser una realidad. Constataremos largas vidas biológicas y cortas vidas laborales. Más años pre laborales y jubilados que años de actividad laboral.
Los desafíos son tremendos: incrementos en los costes por pensiones de jubilación; incrementos en los costes sanitarios y, altos requerimientos en servicios sociales.
Nos parece una obviedad pensar que el debate del alargamiento de la vida laboral, así como la cuantía económica de las pensiones y los requerimientos paralelos de servicios sociales de soporte, vayan a ser las polémicas dominantes en los próximos años.
En el contexto más cercano de la Salud Laboral el desafío tendrá una enorme importancia, e incluso nos atreveríamos a “profetizar” cambios en los viejos paradigmas de la Medicina del Trabajo.
A nuestro entender los grandes desafíos se centraran en las siguientes esferas:
1º La mejora en el conocimiento del proceso de envejecer. La lucha contra los estigmas dominantes hasta el momento.
2º Nuevos escenarios económicos y fiscales frente a prolongaciones laborales flexibles.
3º Cambios en la gestión de RR.HH. Nuevas responsabilidades en nuevos liderazgos. Adaptaciones en la conformación de equipos de trabajo.
4º Trabajo flexible y adaptable. Políticas inteligentes de adaptación laboral.
5º Nuevos roles para la Medicina del Trabajo: Promoción de la Salud y atención al trabajador portador de enfermedad crónica.
El envejecimiento laboral, nuestro próximo e inmediato desafío. ¿Estaremos preparados?